domingo, 17 de julio de 2011

Cambio de rutina

Mucha gente cree liberarse en vacaciones simplemente porque cambia de espacio, cierto que solo eso alivia la rutina y es legítimo, pero se ha de lograr algo más; evitar llevarse la rutina detrás, dejarse en casa cualquier vestigio de cotidianidad, claro que es imposible dejarlo todo atrás, siempre nos llevamos cachitos de costumbres, y es divertido usar los objetos del día a día en entornos alejados de ellos; cepillarse los dientes en plena jungla o frotarse la espalda entre dunas: un acto cotidiano desplazado del entorno diario.
Pero cuando más capacidad para adaptarse, más lejos de uno mismo te vas, más te liberas; ponerte a prueba en condiciones precarias, no domesticadas, es lo que de verdad ayuda a desconectar, eso, y la capacidad para asombrarse, la curiosidad del nuevo entorno, inquieta, que nos domine para no dejarnos ni un solo rincón sin recorrer, ni una sola esquina sin pisar. Eso sí son vacaciones.
Si solo te vas de una casa a otra, de un espacio a otro, con las mismas manías, la misma rutina, los mismos ojos que solo ven de dentro afuera, te pierdes completamente las experiencias que solo son reales cuando surgen de afuera hacia adentro, luego, ya más tarde, en tu entorno domesticado, los verás desde el fondo, asimilando lo vivido, contento de haberte podido mover más allá de tus gestos diarios.

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