martes, 5 de julio de 2011

Reseña, de Vida y Destino... para Bea

Vasil Grossman, autor de Vida Y Destino, entre otros, fue corresponsal de guerra, cronista de la batalla de Stalingrado, y uno de los principales difusores del horror del Holocausto, sus escritos fueron prueba en los juicios de Nuremberg.
Toda su vida fue un intento de sacar a relucir la verdad de las atrocidades, no sólo de los nazis sino del Stalinismo, sobre todo, cuando tomó consciencia de lo que realmente era.
Por eso mismo, sus escritos fueron censurados y hasta retirados, no disfrutó nunca del reconocimiento que merecía por querer ir más allá de la complicidad y comodidad general de callar y halagar al régimen, de hecho fue un escritor casi proscrito.
Vida y Destino es una segunda parte de Todo fluye, sólo que no lo acaba de ser y de hecho se pueden leer la una sin la otra. Vida y Destino es abiertamente anti stalinista, tanto, que su autor murió en 1964 creyendo que nunca vería la luz, ya que cuando presentó el manuscrito para que se lo publicaran en la revista Znamya, la KGB irrumpió en su piso, confiscándole manuscritos, copias en papel carbón, notas, copias mecanografiadas y hasta las cintas de la máquina misma. Grossman apeló a Nikita Jrushchov pidiendo que su libro no dependiera de la KGB sino de los editores y acabó diciendo que no renunciaría a él, pidiéndole libertad para su obra.
Su libro tuvo una historia de libro, ya que el censor le respondió que no se publicaría ni en doscientos años, pero se publicó en 1980 en Suiza con la ayuda de disidentes soviéticos y la de Andrei Sajarov, que fotografió en secreto el borrador que conservaron Semión Lipkin y Vladímir Vóinvoich, y que luego sacó a escondidas. En Rusia se publicó ocho años más tarde, en 1988 en la revista Oktyabr y en libro. Pero Vasili nunca lo supo.
Vida y Destino no es un libro de guerra, sino de las vidas en tiempo de guerra. Es una obra monumental que él mismo no comparaba, pero sí quería ver como un homenaje a Guerra y Paz de Tolstoi, uno de sus más venerados escritores, aunque si se mira bien, la manera de tratar a los cientos de personajes que se mueven por sus páginas, tiene más similitud con la forma intimista y humana de escribir de Antón Chéjov que de Leo Tolstoi.
Y es que lo que une a tantos personajes y escenarios y hace que la obra tenga una unidad es esa visión humana y humanizadora, esa afirmación a ultranza de esperanza y de la total confianza en la bondad humana, que nos muestra en más de un pasaje, como el de la anciana, que toma bajo su tutela a un soldado, sin importarle nada, excepto que estaba herido y necesitaba ayuda, y se la da cuando ella misma está más necesitada aún que él. Quiere afirmar y plasmar, que a pesar del dolor, de la crueldad gratuita, de las circunstancias más espantosas en las que el mismo ser humano sumerge al ser humano, siempre habrá una acción, un gesto profundo, que salvará la dignidad de la condición humana, la esencia misma de la humanidad. El mal nunca podrá con el bien, porque jamás dejará de haber una sonrisa, una amabilidad, que le impedirá abarcarlo todo.
Pero que sea un canto a la esperanza, no es por ello, ni sensiblero ni ingenuo, en sus páginas el horror, la traición, la soledad, los desencuentros están ahí, patentes; es la historia de docenas de historias bajo uno de los horrores mayores vividos por la Historia; la batalla de Stalingrado, entre junio de 1942 y febrero de 1943, en el Volga.
Grossman fue cronista del periódico oficial del ejército soviético, el Estrella Roja, teniendo la novela, a veces, partes autobiográficas, más o menos veladas, como la muerte en el campo de extermino nazi de uno de los personajes, donde él quiere imaginar los últimos momentos de su madre que murió en la cámara de gas sin haberla podido volver a ver, pasaje éste de los más terribles y conmovedores del libro.
Su novela, sus personajes, todos víctimas de las circunstancias más extremas, hacen gala de la determinación a ser fieles a ellos mismo, con lo que de bueno y malo tenga; muestran esa capacidad de sacrificio tan rusa, esa precariedad y ese seguir adelante hasta superar cualquier obstáculo: es el destino y vida de la miríada de personajes que van dejándose las ilusiones, la vida, en ese destino forzado por la guerra, pero va más allá y trasciende el episodio histórico donde los emplaza. Son vidas de ir por casa, no son memorables ni tienen especial relevancia, no tienen que ver con los grandes acontecimientos del momento, más bien al contrario: son personas que sufren, que dudan, que se debaten contra el destino; son lo que somos todos, piezas que las circunstancias mueven, y que en esa resistencia a que nuestras vidas sean inútiles, intentamos reaccionar, siendo casi imposible no identificarnos con más de uno.
Es el libro de las Vidas que tuvieron en común un Destino terrible pero que a pesar de éste, no dejaron de ser Humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario