miércoles, 9 de febrero de 2011

3 Parte: DIECIOCHO SEGUNDOS

Diosteguardemaríallenaeresdegraciaelseñorescontigo…, Dios mío, no puedo engañarme, no me estoy enterando de lo que digo, son meras palabras vacías, hueras, sin eco, no me reconfortan ni vibran. Por favor, no me abandones ahora.
Sí, ya lo sé pero, Señor, yo no me lo busqué; el mundo se ha vuelto loco, Señor, tuve que hacerlo… benditatúeresentretodaslasmujeres…, lo siento, nunca fui uno de los mejores, mis obligaciones las hacía por cumplir; la ilusión, el ímpetu de los comienzos se me fue arrinconando en las costumbres, bajo la rutina. Me acostumbré al dolor que llamaba a mi puerta, lo consolaba con palabras dichas tantas veces que se desgastaron, olvidando su significado. Y ahora no las encuentro, no vienen a mis labios como salvación sino como derrota: la mía, me perdí por el camino que me había trazado, no he sido quién soñé ser, no he ayudado ni he hecho grandes cosas. Señor, qué ha quedado de mí, dónde estoy, por qué he de terminar así, sudando, al lado de los que no supe querer, a manos de quienes, con una docilidad suicida, no me enfrenté. No me abandones como yo hice, por favor.
Ybenditoelfrutodetuvientrejesus.

No hay comentarios:

Publicar un comentario