viernes, 4 de febrero de 2011

Volar

Hoy comienza el Nuevo Año chino, el año del conejo.
Si miramos el calendario musulmán, veremos con asombro que están en el siglo XV, igual que nos miran ellos a nosotros con nuestro siglo XXI, supongo.
Con estos dos mínimos ejemplos quiero comentar que el tiempo no existe, que se le puede engañar, que es un constructo humano, que somos nosotros quienes nos atrapamos en él, no él quien nos atrapa a nosotros.
Cuando de chica alcancé a comprender que el tiempo horario es diferente a la misma hora en todo el mundo, y que cuando yo me levantaba otros se estaban acostando, llegué a planear la vida infinita: pensé que si me metía en un avión y que cuando fueran las cinco en un sitio, me iba volando a otro donde fueran las cinco, para evitar que llegaran las seis, y así siempre, nunca dejaría que se pusiera el sol, que acabara el día. Infinito.
Y me convencí que era algo fácil, que incluso lo hacía mucha gente, que había aviones llenos de personas que vivían eternamente porque nunca terminaban el día, hasta que, primero, lo vi muy aburrido y limitado, y segundo, comprendí que aunque el día durase eternamente, el tiempo seguiría transcurriendo, porque El Tiempo no tiene nada que ver con el calendario ni con el reloj que torpemente lo mide a nuestros ojos imperfectos.
Así que me quedé en tierra, aunque volar sea una de las cosas que más me gusta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario