lunes, 21 de febrero de 2011

Relato; Sueños


“¿Qué hace?”; “Nada; duerme”; “Pero, algo más hará, digo yo”. “No, ha decidido que no hay nada interesante, que no vale la pena levantarse, así que duerme”.
Hace meses que Andrés decidió que era absurdo poner los pies en la alfombrilla de debajo de su cama cada día, solo para ir y venir a lo largo del día hasta la noche, donde de nuevo colocaba sus plantas desnudas para meterse entre las sábanas. No era algo del todo lógico. Así que aplicó su propia teoría y dejó de levantarse. Al principio le gustó mucho eso de no ir a trabajar ni de luchar contra la entropía diaria, ni tener que enfrentarse al aseo personal, ni a la limpieza de la casa ni a comprar ni a comer. Solo ahí tumbado. Más tarde empezó a dudar, también se agotaba de no hacer nada, incluso creó una rutina; los ruidos de los vecinos le pautaban el día, las luces y sombras de los diferentes momentos del día le marcaban acontecimientos; llegó a temer que lo absurdo de levantarse se repitiera sin hacerlo. Pero reaccionó, se dio cuenta de que la única manera de abstraerse de la vida, no es el mero hecho de dejarla fuera del dormitorio, sino creando un mundo paralelo, y qué universo mejor que el del sueño. Ninguno. En los sueños no hay rutinas, ni entropía ni obligaciones, hambre, temores, absurdo, ya que pasearte por esos impulsos eléctricos, esas imágenes oníricas, esas resoluciones del subconsciente es autosuficiente y, si lo piensas bien, un mundo inexplorado.
Así que empezó a aprender a soñar a voluntad. No fue fácil, primero hubo de dominar el dormirse, el inhibirse del mundo real, el vivir del aire, y luego, introducirse en ese espacio intermedio entre la vida y la muerte, en ese universo donde el tiempo se detiene y los acontecimientos los dominas, porque son tuyos, surgen de ti. Y ahí está, explorando lo que nadie hace, al menos, no más allá de unas pocas horas al día.
“Mírale, solo duerme, qué manera de desperdiciar la vida”
Y Andrés, desde sus sueños, sonrió.



2 comentarios:

  1. No sé si es un buen refugio permanente, el mundo de los sueños, pero, desde luego, no encuentro otro mejor para puntuales escapadas.

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  2. La vida es sueño y los sueños, sueños son...
    a lo mejor aún tenemos que despertar...
    saludos

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