domingo, 12 de junio de 2011

Relato. 5 Parte, HERMANOS

Para mí, Sandra, fue un misterio continuo. Cuando nació, yo ya tenía doce años, de eso sí me acuerdo. Mi madre murió dos meses después del parto. Algo salió mal, ya no era joven y al bebé nadie lo esperaba, fue una sorpresa para todos.
Con la mirada y un simple movimiento al unísono de sus cabezas, los portadores de la noticia, le animaron a continuar.
Supongo que para una niña no es fácil crecer así, sin madre, rodeada de un padre absorto por su trabajo y con un hermano tan mayor. -Francisco, por primera vez, miró a los ojos a sus interlocutores-. No quiero que se hagan una impresión equivocada, en casa la adorábamos. Mi padre sólo vivía para ella -volvió a respirar hondo-. Cómo les dije, antes no vivíamos aquí. Habitábamos en la misma finca en la que tenemos el negocio. -supongo, que el ordenador les dio mi profesión-.
Ellos asintieron.
Pues, sí -continuó-, en la planta baja, tenemos el negocio de Funeraria todavía, pero antes usábamos el primer piso de la finca para vivir. Era muy cómodo. Nos costó acostumbrarnos a desplazarnos cada vez. No se pueden imaginar con que urgencia nos requieren, fíjense, como si nuestros clientes tuviesen prisa. Si de algo disponen, es de tiempo -sonrió su propia gracia-.
Cuando mi padre murió, me dediqué yo al negocio por entero. Intenté que Sandra siguiese con él, a mi lado. Pero ella siempre estaba queriendo hacer lo que no hacía en ese momento. Soñaba con ser y realizar grandes empresas -las que fuesen-. Le daba igual ser cirujana, que actriz, que modelo. Ella ansiaba lo que no tenía, suspiraba por lo que le había llamado la atención esa temporada. No era constante. Nunca lo fue. Siempre insatisfecha queriendo estar justo donde no estaba… A veces era como si quisiese salirse de su propio cuerpo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario