jueves, 9 de junio de 2011

Relato.3 Parte; HERMANOS

Le miró y dudó en cómo seguir, el hombre que tenía delante no reflejaba ninguna emoción. Normalmente, en este lapsus, -más la realidad, por este entonces asimilada, de que tienen a la policía sentada en su salón-, las personas se agitan, o lanzan un gritito, o preguntan a bocajarro… pero aquí, este señor, no movía ni un músculo. No reaccionaba en absoluto.
Juan, ni se molestó en buscar el apoyo de su compañero. Contó hasta cinco y se lanzó al vacío.
.La hermana de usted ha sido hallada muerta. Es nuestro deber comunicárselo a la familia. Usted ha sido el único pariente vivo de la víctima que ha encontrado el ordenador -respiro hondo-. Lo siento señor -mirada fugaz-.
-Ya.
Los dos policías se miraron al unísono, comunicándose realmente, por vez primera en el día.
-¿Está bien, señor? -Al compañero de Juan le salió del alma la pregunta. Sabía, por los cursillos, que en estados de mucha presión se pueden producir reacciones inusitadas. Nunca había asistido a ninguna y ésa podría ser la primera. Buen momento para poder aplicar lo estudiado.
Francisco empezó a hablar lentamente. Falsa alarma.
-La última vez que supe de ella, fue hace unos tres años, cuando me dijo que había decidido irse a la capital. Nunca me dio su dirección y yo nunca se la pedí.
Francisco, que se había sentado frente a los policías, se levantó y dio una vuelta a la mesa. Cogió algo de ella que sus invitados no pudieron ver. Se sentó otra vez.
-Supongo que si ustedes vienen a comunicarme su muerte, es que no fue natural.
-No, señor. La encontraron en el Lago Grande, ahogada.
Francisco suspiró hondo, como hacen los atletas antes de realizar una prueba, pero no cogió aire para hablar, sino para hundirse, todavía más, en el butacón. Era un hombre de apariencia tranquila, parsimoniosa incluso. Todo en él indicaba neutralidad. Por lo que los policías habían deducido de la foto de la hermana, toda vitalidad y personalidad, él era el opuesto perfecto.

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