jueves, 8 de septiembre de 2011

Barrios

Paseado por un barrio antiguo de una ciudad, al lado de un buen amigo, constaté que esa ciudad ha dejado que sus tiendas antiguas se pierdan; en vez de relojerías, sombrererías, pastelerías, ultramarinos, bordados, pipas, zapatos y todos aquellos artículos que se vendían antaño en esa calle y que daba carácter al barrio han huido, ahora solo se venden artículos al por mayor para abastecer a comercios de todo a sesenta céntimos de euro; las tiendas ya no invitan a entrar con su estética cuidada, su decoración y objetos a veces, sorprendentes, únicos y originales.
Ahora esa calle aún empedrada, con monumentos cerca, impregnada de historia, está contaminada por una estética monótona y aburrida, a la que ni se ha intentado darle una identidad; nada.
No hay dinero, mantener una tienda minoritaria es insostenible, no hay ayudas, los hijos no quieren quedarse con semejante ruina, los bajos se realquilan, la cara cambia, no se cuida, no se mima. Y una ciudad no solo ha de conservar sus iglesias, o edificios, sino su alma; las calles y callejones, las tiendas de siglos, los bares de siempre... y si ha de cambiar, que se cuide el cambio. Que no se abandone. Sí, sigue faltando dinero, y sobrando mal gusto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario