martes, 20 de septiembre de 2011

Relato. 6 y última parte. Nadie. Nada.

Pues bien ahora tienes dos opciones; beber de tu botella y acabar dignamente, o esconderte... otra vez.

-Estás delirando -no intentó ninguna excusa, no intentó negar la evidencia-, nadie tendrá nada de que acusarme. ¿Tan importante te crees? ¿Quién te va a echar de menos? No tienes a nadie, no te queda nada.

Al hombre grande se le empezaban a cerrar los ojos. El veneno estaba actuando rápidamente. Pero tenía que cerrar el círculo en el que se había metido. Con su voz cada vez más lejana, siguió.

-¿Cómo vas a asegurarte de qué no he dejado escrito lo que me has hecho?

-¡Eso es un farol! Tú no podías adivinarlo. Es mentira, ¡Es imposible!

-... O no.

Óscar se quedó callado. Mientras le miraba morir la cabeza le daba vueltas.

-No me líes. No puede ser verdad, no hay nada escrito. -Óscar intentaba autoengañarse mientras Jonás le contestaba con retraso a su anterior pregunta.

-Efectivamente yo no podía saber cómo lo harías, pero podía intuir que lo harías. Podía escribir esa nota y si nada pasaba, al llegar al hotel podría anularla.

-¿Y tu venganza? ¿Todos estos años temiéndote para nada? -Insistía en justificar su asesinato.

-Tú mismo me has vengado -y con un último esfuerzo le hizo la última y deliberada pregunta-, ¿Vas a beber o vas a huir?

-¡No es verdad! -Lo cogió del cuello, lo zarandeó. - ¡Dime que no es verdad!

Al día siguiente Tono recogió el pedido pero no lo pudo entrar. La puerta estaba cerrada desde dentro y el no tenía las llaves, lo dejó afuera para que Clara lo entrase. Y lo entró, encontrándoles como los había dejado; uno frente al otro.

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