domingo, 18 de septiembre de 2011

Relato 4 parte. Nadie. Nada.

-¿Sabes? A lo largo de todos estos años he vivido desde mi celda la vida que me robaste, una y otra vez. En cada una de ellas introducía sutiles cambios justo en los cruces por donde la otra vida imaginada había elegido hacia el error ¾una muerte, un fracaso-, lo que fuera que fuese por donde mis pasos sin huellas me hubiesen llevado.

He vivido mi vida desde infinitos puntos de vista, he podido enmendar lo imposible, he adquirido la experiencia de todas y cada una de las soluciones a un mismo problema: Tú.

El dueño del bar sintió un escalofrío. Tardó unos minutos en aventurar su versión.

-Yo, en cambio, he pasado toda la vida temiéndote. Es como si ésta me hubiese rehuido, repudiado. Sin dejarme vivirla. Sin paz para buscar mujer, desde que el rostro de María murió para aparecérseme en todas y cada una de las restantes y ya inalcanzables mujeres a las que intenté acercarme.

Hizo una pausa, apartando recuerdos como si fuesen telarañas, y sin que su voluntad mediase para nada, se oyó preguntar lo más temido.

-Y ahora, ¿qué?

El silencio se hizo tan tenso que logró hacer saltar en astillas a esa última pregunta.

Óscar, sin hablar, abrió la botella y sin preguntar, llenó los dos vasos.

-Esta botella ha viajado conmigo durante todos estos años. Me juré que sólo la abriría para ti... si me dejabas tiempo para ello.

-¿Crees que estás a salvo sólo porque no he entrado con un arma en la mano? ¿Crees que no me debes tu vida?

-¿Es imprescindible? Todo ha pasado ya, nada se puede recuperar... ¿Por qué arriesgarte a ir a la cárcel de nuevo?

-¿Quién te ha dicho que me dejaría coger esta vez?

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