lunes, 19 de septiembre de 2011

Relato, 5 Parte, Nadie, Nada.

-Bebe. -Tras ese imperativo Oscar intentó llevar la conversación a un terreno menos directo.

El hombre grande cogió el vaso y mirándole muy fijamente lo empezó.

-¿Tú no bebes? -Su voz, ahora profunda, le perforó.

-¡Claro! -Pero no bebió. Siguió hablando.

Su compañero no le escuchaba pero sus ojos le juzgaban, le sopesaban... le adivinaban.

-¿Quieres más? -Y sin esperar respuesta le escanció, pero el otro ya no bebió.

-¿De verdad me crees tan estúpido como antes?

A Óscar se le congelaron las palabras en sus oídos, quemándole.

-¿Qué?

-La botella... no has bebido nada, no has parado de decir insulseces desde que la destapaste...

-Bueno, pensé que si hablábamos podrías cambiar de opinión con respecto a mí, ya sabes. ¿Por qué matarme?

-Tú ya nunca aprenderás. Podrías haberte ahorrado los años que te esperan de huida.

-¿Qué dices? ¿Qué huida?

-La que vas a emprender antes de que amanezca.

Óscar notó cómo toda la sangre se le agolpaba en el estómago, a la vez que sus oídos eran víctimas de un pitido prolongado y su corazón chocaba contra sus costillas. Cuando sus vísceras se calmaron intentó ganar tiempo preguntándole con voz húmeda, que de qué le estaba hablando.

-Mira a tu alrededor. Fíjate en tu bar, en tus dominios; efectivamente a ti la vida te ha resbalado, te has acorazado en tu cobardía, excusado en tu miedo para no hacer nada y a pesar de todo... ¿Tanto apego le tienes a la vida que prefieres malvivirla aquí antes qué salir a enfrentarla fuera? Yo no, para mí la vida no vale el esfuerzo de vivirla. Ya no.

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